Tenerife fue la última isla en ser conquistada o colonizada por los europeos. Los castellanos llegaron en el año 1492 y en dos años ocuparon toda la isla y en el año 1496 la incorporaron a la Corona de Castilla.
A lo largo del siglo XV los europeos fueron plantando viñas por todas las islas canarias. El portugués Fernando de Castro, en el año 1497, fue el primer europeo que plantó una viña en Tenerife.
El cultivo de la vid cuajó muy bien en estas tierras canarias tan volcánicas. Poco a poco fue sustituyendo al cultivo de la caña de azúcar. Los colonos procedentes de las diferentes regiones de España o de otros países, introdujeron gran variedad de vides y rivalizaron en lograr el mejor vino. De ahí que Canarias tuviera y tenga, una gran riqueza varietal en vides. Inigualable en otras partes del mundo.
La situación de las Islas Canarias, donde los barcos tenían que hacer escala en sus travesías hacia América, África y Europa, y la gran calidad de sus vinos, sobre todo el procedente de la variedad malvasía, que según parece procede de la isla de Candía (actual Creta) y la magnífica adaptación y aclimatación de casi todas las variedades, hacen que florezca una gran industria vitivinícola.
Toda esta industria se viene abajo por la presión en los mercados de los vinos procedentes de Oporto y Madeira, pero en especial, por los ingleses. Estos tratan de implantar un monopolio con el vino canario. Los canarios de Garachico se rebelan y derraman el vino de las bodegas es el año 1666.
Otro hecho importante es que en el año 1706 una erupción volcánica sepulta el puerto de Garachico, el más importante de la isla de Tenerife. Este hecho dificultó las exportaciones. Pasó el tiempo, y fueron los puertos de Santa Cruz de Tenerife y Puerto de la Cruz los que cogieron el relevo de Garachico.
Pero, como las desgracias nunca vienen solas, dos plagas aparecieron a lo largo del siglo XIX. La primera en el año 1852, la del oídio y la otra en el 1878, la del mildiu. Pero las Islas Canarias se libraron de la gran plaga mundial que acabó con casi todas las plantaciones de vides del planeta, nos referimos a la filoxera.
A finales del siglo XX se crean varias Denominaciones de Origen Canarias para impulsar el vino de procedencia canaria y que su consumo deje de ser local. La primera en crearse fue la Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo, que ya ha cosechado gran cantidad de premios. Actualmente los agricultores están realizando un gran esfuerzo y los consumidores lo están agradeciendo, consumiendo este gran vino como lo hacía el Rey Carlos III, que siempre concluía sus banquetes brindando con un “Canarias”.