A lo largo de la historia Canarias ha sido un cruce de rutas entre España y América. La oveja de raza canaria podría tener su origen en la fusión de ovinos de pelo prehispánico -oveja aborigen carente de lana- y los ovinos de lana introducidos en las Islas Canarias por los españoles y portugueses.
La oveja Canaria es la que tienen mayoritariamente los ganaderos y pastores canarios. Son animales muy rústicos, variopintos y de buena producción lechera. En la isla de Gran Canaria la leche de esta raza de oveja se utiliza para elaborar el Queso Flor de Guía y Queso de Guía con Denominación de Origen. Es donde viven la mayoría de los rebaños.
La oveja de raza canaria tiene un perfil rectilíneo o subconvexo. Las proporciones tienen tendencia longilínea, con marcado dimorfismo sexual, donde los machos presentan un perfil subconvexo más marcado.
La Oveja Canaria se adapta con facilidad a los diversos microclimas isleños, siendo el sistema de explotación el tradicional de pastoreo en rebaños. La raza goza de buena salud en cuanto a efectivos numéricos.
Tiene un sistema mamario poco desarrollado, aunque la producción lechera diaria no es despreciable, llegando a una media de un cuarto de litro diario, y en casos excepcionales al medio litro.
El uso con fines cárnicos en el animal adulto es bajo, aunque son muy apreciadas las crías por su carne más tierna y sin fibra, principalmente de sexo masculino, ya que el femenino de buena genética se reserva para la cría y posterior producción lechera y de nuevas crías.
La leche de oveja tiene una importancia vital en su mezcla con la leche de cabra en el proceso de elaboración del queso - D.O. Queso Flor de Guía y Queso de Guía-, puesto que juntas en su justa medida proporcionan:
- La leche de cabra aporta un sabor fuerte y un aroma que hacen del queso único cuanto mayor es su curación.
- La leche de oveja, debido a su mayor cantidad de grasa, le da al queso una cremosidad y suavidad, que la leche de cabra por sí sola no puede darle, y permite llegar al queso a su etapa de añejo y viejo con mayor consistencia, sin hacerse totalmente quebradizo ni tan fuerte que para los paladares más delicados podría resultar un gusto demasiado fuerte.