La manzana es la fruta más famosa y una de las más
antiguas. Es posible que fuera uno de los primeros
frutos en consumir el hombre en forma silvestre y
uno de los primeros en cultivarlo. Ya existía
en el Paraíso (Eva ofreció
a Adán una manzana) el libro del Génesis nos lo cuenta. Sea o no cierta la historia de la manzana de Eva, lo que sí
es verdad, es que la manzana es previa al Paleolítico y durante este periodo los movimientos migratorios
del hombre la difundió por todos los sitios.
Las manzanas llegaron a Europa desde el Oriente Medio y fue en este continente donde evolucionó
gracias, sobre todo, a la cultura grecorromana.
Hesíodo, 800 años a. C. ya se refiere a la manzana. También se cree que el fruto es originario
de Europa Oriental, del Cáucaso y de Asia Central.
Lo
que sí es cierto es que el origen de los manzanos es silvestre
pero el hombre pronto lo cultivó, perfeccionándolo
y llevándolo consigo en sus migraciones por
Europa, Asia y Africa.
Fueron
los romanos los que consiguieron las mejores manzanas.
En los tiempos de Julio César, un
injertador llamado Matios o Mato consiguió
las mejores manzanas gracias a los injertos. Y fue
el que dio el nombre de "manzana"
a la fruta del manzano. Es la modificación
de la palabra "Mazana", nombre
latino del injertador.
Los
romanos buscaban la inmortalidad consumiendo manzanas.
Los más pudientes siempre reservaban una
de
las habitaciones (forrada de mármol) para
almacenar manzanas. Plinio llamará
a esta habitación pomarium.
Muchos
siglos después cuando llega a Italia el tomate de América le llamará
"pomodoro", es decir, manzana de
oro.
Fueron los españoles los que llevaron el fruto de la manzana a América y lo difundieron por todo
el continente. Allí nacieron nuevas variedades de manzanos gracias a los injertos, hoy son las que más
se consumen. Las conocemos con los siguientes nombres: Golden Delicious, Red Delicious, Granny
Smith (es australiana).