Un tipo de ovino denominado Ovis Aries Ligeriensis fue el antecesor de lo que hoy conocemos como oveja manchega. Este ancestro atravesó los Pirineos, cruzó varias regiones españolas (Aragón y Castilla y León) y se asentó en la comarca natural de La Mancha. Desde ese momento, la oveja manchega frenó su trashumancia -desplazamiento de ganado de unos lugares a otros para beneficiarse de la climatología y los recursos forrajeros de esa zona- y se convirtió en una raza de carácter sedentario y fiel a la tierra que la adoptaría para siempre.
Es un hecho constatado que los primitivos pobladores de La Mancha domesticaron a la oveja manchega y mejoraron la raza, sin permitir que se mezclara con otras. Por esta razón ha mantenido su pureza y cualidades originales, así como sus peculiares características, que apenas han sufrido cambios a lo largo de los siglos.
La Mancha fue bautizada por los árabes como Al Mansha o "tierra sin agua", nombre que describe a la perfección la dureza climática de esta comarca española. El clima, seco y extremado, ha hecho de ella un lugar único en el mundo, con una vegetación capaz de soportar el tórrido calor de los meses estivales y las devastadoras heladas del periodo invernal.
En este entorno, aparentemente hostil a todo tipo de vida vegetal o animal, se desarrollan numerosas especies vegetales gramíneas y leguminosas principalmente que forman la base de la alimentación de la oveja manchega, adaptada a este ecosistema desde tiempos remotos.
La zona de elaboración y maduración del queso manchego coincide con la zona de producción. La superficie territorial amparada por la Denominación de Origen Queso Manchego es de 4.419.763 hetáreas.
Historia y Origen del Queso Manchego.-
Desde antiguo los habitantes de la Comarca de La Mancha se dedicaban al pastoreo y elaboración de queso, tal como hicieron todas las poblaciones primitivas.
Restos arqueológicos como cuencos, vasijas perforadas, queseras y otros utensilios se encuentran repartidos por los numerosos museos de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, lo que demuestra que ya en la Edad del Bronce se elaboraba queso, en lo que hoy se conoce como comarca natural de La Mancha. Un queso de oveja cuya materia prima procedía de una raza que podría considerarse antecesora de la actual oveja manchega. Esta raza ha sobrevivido al paso de los siglos arraigada a la tierra de la que ha tomado el nombre.
El queso manchego aparece en algunas citas de documentos históricos y literarios, así, en el “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” de don Miguel de Cervantes, vincula claramente el queso con La Mancha.
En 1878, en la obra de Balaguer y Primo titulada “Explotación y fabricación de las leches, mantecas y quesos de diferentes clases”, en uno de sus capítulos dedicado a los “principales quesos españoles”, hace referencia en primer lugar al queso manchego.
En 1892, en el “Diccionario General de la cocina”, de Ángel Muro, relaciona los quesos españoles de leche de oveja con el manchego. El mismo autor habla del queso manchego en “El Practicón”, tratado completo de cocina, publicado en el año 1898.
En 1909 el libro de Buenaventura Aragó denominado “Fabricación de quesos y mantecas de todas clases”, cita en una de sus páginas al queso manchego, apareciendo también en la “Guía del buen comer español”, de Dionisio Pérez, publicado en el año 1929.
Zona de producción del Queso Manchego.-
La comarca natural de La Mancha está situada en la meseta central de la Península Ibérica y se caracteriza por un relieve llano que desciende hacia el Atlántico en un perfil sin cambios en el que sólo rompen la uniformidad del paisaje pequeñas elevaciones en el extremo occidental de la región junto con la presencia de pequeños cerros debido a núcleos rocosos resistentes a la erosión.
Suelos.- La Mancha es una elevada llanura que se asienta sobre suelos calizo-arcillosos del Mioceno (tercer período de la era terciaria), los terrenos destinados a pastos están formados por substratos ricos en calizas o margas, cuya vegetación potencial es un bosque cuyos árboles y arbustos se conservan verdes todo el año, como las encinas y carrascos, que ocupan buena extensión de los suelos profundos.
Clima.- La climatología de La Mancha es extremo, con grandes oscilaciones, tal como corresponde al tipo continental, con inviernos muy fríos y veranos calurosos, que alcanzan en ocasiones los 40ºC, con unas variaciones térmicas diarias a veces de 20ºC y anuales de 50ºC.
Las precipitaciones son escasas, lo que sitúa a la región en la llamada España árida, con un ambiente de extremada sequedad, con una humedad relativa de un 65%.
Hidrografía.- El territorio de La Mancha está surcado por cuatro ríos principales: el Tajo y el Guadiana, que vierten sus aguas al Atlántico, y el Júcar y el Segura, pertenecientes a la cuenca mediterránea.
Cabe también señalar gran cantidad de embalses y pozos, estos últimos afloran aguas freáticas.
La red hidrográfica se completa con los afluentes de los ríos principales, Tajo y Guadiana y numerosos embalses que se hallan en explotación, tanto para el riego como para el aprovechamiento hidroeléctrico.
Flora.- La Mancha es una comarca de gran extensión donde coexisten la sierra y la llanura, siendo prácticamente imposible que existan zonas que de una forma u otra no sean aprovechadas para el pastoreo del ovino manchego. Las tierras cultivadas aportan los restos de cosechas; en el cereal las ovejas manchegas pastan la paja y las espigas de grano que han quedado como resto de la recolección. A tener en cuenta son los rastrojos de leguminosas con sus pajas de alto contenido proteico, de veza, de garbanzo y, sobre todo, de lenteja. De no menos importancia resultan los aprovechamientos otoñales de los pámpanos de las abundantes viñas.
Los terrenos incultos destinados a pastoreo están formados por substratos ricos en calizas o margas teniendo como vegetación potencial un bosque perennifolio de encimas o carrascas (Quercus itex). En las pendientes de suelos crece el monte bajo de coscoja (Quercus coccifera) y espino negro (Rhamnus lycitoídes) y a lo largo de los cursos de agua, las alamedas y las olmedas representan la vegetación de las riberas manchegas.
Desde el punto de vista ganadero cabe destacar los pastizales que ocupan los claros de los matorrales, así tenemos los pastos anuales, siendo las plantas presentes en estos pastos: Mendicago mínima, Scorpirus subillosa, Astrafalus stella, Astrafalus sesamus, etc.
Los madajales forman los más interesantes pastos para el ovino; en ellos está la Poa bulbosa acompañada de su importante núcleo de leguminosas, tal como: Mendicago rigidula, Medicago lupulina, Mendicago trunculata, Trigonella polyderata, Coronilla scorpoides, etc. En suelos profundos y frescos pueden darse “fenelares” que son densos pastizales con predominio de plantas vivaces y bianuales, cuya fisonomía viene dada por la gramínea Bracnypodium phoenicoides.