El cultivo del Tomate La Cañada, necesita entre sus condiciones de cultivo y producción, estructuras de protección: los invernaderos.
En lo referente al tipo de cubierta predominante, destaca la tradicional de tipo parral (plana) y multicapilla (raspa y amagado), representando aproximadamente el 70% de la superficie bajo abrigo de la zona de cultivo del Tomate La Cañada.
Se trata por lo tanto de cultivos protegidos (invernaderos), cuyas estructuras provocan, una reducción de las necesidades hídricas, de la velocidad del viento y de los daños de plagas, enfermedades, nematodos, malas hierbas, pájaros y otros depredadores; una protección del cultivo, de las bajas temperaturas; a su vez con estas estructuras, se limpia el impacto de climas áridos o desérticos, se aprovecha la energía solar de forma más eficiente y se mejora la calidad, preservando los recursos presentes.
Técnicas de cultivo del Tomate La Cañada.-
En ningún momento se permiten técnicas de cultivo que supongan una modificación artificial del clima, suelos o aguas, no permitiéndose en este sentido los sistemas de control climático artificiales (calefacción, nebulización, aportes de C02) o iluminación artificial, sino que es en todo momento el clima específico de la zona geográfica (radiación incidente, temperaturas, humedad, vientos dominantes), así como las aguas y los suelos los que influyen en el tomate dándole unas características específicas y diferenciales.
Obtención de semillas de tomate.- La semilla se obtiene a través de las empresas de semillas o de algún punto de venta autorizado.
Se lleva a un semillero profesional, autorizado por los organismos oficiales, donde 30 días antes para el caso de cultivo enarenado en verano y 40 días en invierno, se siembra la semilla en cepellones independientes de turba para el cultivo en suelo. Tras la siembra se humedece el sustrato y se pasan las bandejas a una cámara de germinación en condiciones de 25º C, 90% de humedad y oscuridad durante tres días para extenderse posteriormente en el cultivo, garantizándose en invierno mediante calefacción temperaturas mínimas superiores a 12º C.
Las bandejas están desinfectadas, utilizándose actualmente unas fundas alveoladas de plástico negro o blanco que evitan por un lado el contacto del sustrato con la bandeja y por otro facilitar la salida del cepellón de su alveolo.
Una semana antes de trasplantar las plantas del semillero deberán de “endurecerse” para sufrir menos el trasplante, mediante técnicas como la disminución del blanqueo y el manejo de la fertirrigación.
Trasplante de la planta de tomate.- El trasplante es el paso de la planta desde el semillero al asiento definitivo de cultivo. Este asiento definitivo siempre va ser el suelo original, de forma que es posible determinar el vínculo causal entre las características de la zona geográfica y las características del producto (en ningún momento se va a permitir el cultivo en sustratos artificiales). El riego por goteo está colocado según el marco, la densidad y la orientación de la plantación. Normalmente, la orientación del líneo de cultivo es dirección norte-sur para facilitar la entrada de luz y evitar sombras en los meses de invierno donde el ángulo de incidencia de la radiación es muy bajo.
En el enarenado, se “abren los hoyos”, labor de apartar la arena y el estiércol hasta llegar a la tierra, guiados por los goteros. La planta se puede introducir en la tierra o poner sobre ésta, abrigándose con arena. De esta forma se consigue que la planta enraíce correctamente en el suelo. En el momento de plantar el tomate se le da un riego para que enraíce perfectamente.
Los marcos de plantación varían según la variedad cultivada, pues depende del porte de la planta y están comprendidos entre 1-1,5 m x 0,5 m.
Poda de formación de la planta de tomate.- Es una de las técnicas de cultivo que se aplican a la planta de tomate. Se eliminan los pequeños brotes axilares llamados vástagos, que desarrollándose dan origen a los brotes laterales, hojas y flores o frutos.
El destallado, poda de los brotes axilares, se inicia cuando en la mayor parte de las plantas se observa la inflorescencia.
Esta poda se llama poda de formación. Los vástagos no deben ser más largos de 2-3 centímetros, de otro modo, la planta no los podrá soportar.
El despunte consiste en quitar con tijeras o directamente con la mano la parte apical de cada tallo, para provocar la maduración de los frutos existentes en la planta. Cuando los brotes auxiliares están excesivamente desarrollados formando tallos secundarios se despuntan.
Para obtener producciones precoces, que son las interesantes para la exportación y para los agricultores, se despunta pronto la planta a partir de la primera hoja siguiente a la tercera, cuarta o quinta inflorescencia.
Se realiza, en la medida que lo necesite la planta, el deshojado o poda de hojas senescentes, para facilitar la aireación y mejorar el color de los frutos. También se quitan las hojas enfermas, para eliminar fuente de inóculo.
Cuando las plantas han adquirido un exceso de vigor (hojas enormes, troncos muy gruesos), se hace un entresaque de hojas, sobre todo si éstas se solapan unas sobre otras y no dejan entrever los frutos. Se procura quitar la hoja por encima del ramo, que esté orientada en la dirección norte o levante. No se quitan más de 2-3 hojas por planta de una sola vez, para no producirle a la planta un estrés demasiado grande. El corte de la hoja es por la base del peciolo, a ras de tronco y con cuchilla, conociendo casos de pérdida de plantaciones enteras por efecto de la botritis iniciándose los daños en las heridas del deshojado, cuando se ha hecho mal.
Se realiza el despunte de inflorescencias o poda de flores o frutos que es la eliminación de éstos cuando existe un excesivo número de ellos, así como la eliminación de frutos recién cuajados con malformaciones. Con esto se consigue un aumento de calibre, homogeneidad y calidad de los frutos restante, así como la disminución de destrío.
Después de efectuada la primera poda, se procede al aporcado o rehundido de las plantas. Para aporcar se abriga la planta con arena o tierra con objeto de fomentar la creación de un mayor número de raíces. El aporcado se realiza con el azadón o con adecuados aparatos mecánicos; en ambos casos la tierra se aplica al pie de las plantas, preparando previamente las regueras con una profundidad adecuada.
Tutorado de la planta del tomate.- Se procede a la sujeción de las plantas. Es una práctica imprescindible en el cultivo del tomate de esta zona de producción. Tiene como objetivo mantener erguida la planta para evitar su contacto con el suelo, que solo nos traerá problemas de enfermedades y de calidad del fruto, disminuyendo también la producción.
La sujeción suele hacerse normalmente con hilo de rafia sujeto de un extremo a la planta y de otro a un alambre de entutorado situado a determinada altura (en el emparrillado), y que va sobre el líneo de cultivo a una altura entre 1,8 m y 2,4 m.
El amarre de los extremos se hace mediante nudos apropiados, teniendo en cuenta que el amarre de la planta debe ser un nudo que no sea escurridizo para que no estrangule el tallo principal de la planta, y el nudo del alambre en forma de “moña” para facilitar la retirada de la planta al final de la cosecha.
A medida que la planta va creciendo, ésta se va liando o sujetando al hilo tutor mediante anillas, hasta que la planta alcanza el alambre, lo cual ocurre en el ciclo largo en los primeros meses del invierno. A partir de este momento hay tres opciones:
- Bajar la planta descolgando el hilo.
- Dejar que la planta crezca cayendo por propia gravedad.
- Continuar el crecimiento de la planta de manera horizontal, ayudados por otros alambres o cuerdas de emparrillado.
Polinización de la planta de tomate.- Se utilizan colmenas de abejorros. Son mejores que las abejas, éstos trabajan más y en condiciones más adversas. Su utilización en los invernaderos es fundamental para conseguir mejores frutos y aumentos de producción del 20%.
Riego, fertilización, control de plagas y enfermedades, recolección y transporte del tomate.- Se realizarán siguiendo las indicaciones marcadas en la norma UNE 155.102 de aplicación en tomate y/o por la norma Global G.A.P y/o según lo establecido en la Orden de 10 de octubre de 2007, por la que se aprueba el Reglamento Específico de Producción Integrada en Cultivos Hortícolas Protegidos y/o según lo indicado por el Reglamento (CEE) 834/2007 sobre la producción y el etiquetado de los productos ecológicos.
La recolección del tomate La Cañada.- Depende de la variedad, pero en ningún caso se permite su recolección antes de que el fruto haya iniciado en campo el proceso de maduración comercial según la legislación vigente. Ésta se realiza de forma manual por parte del agricultor, que deposita los tomates en cajas de plástico (15 Kg de capacidad), para posteriormente ser paletizadas y transportadas a la central hortofrutícola.
Las buenas prácticas de cultivo, el conocimiento de los factores de producción y del medio ambiente (agua, suelo, radiación solar, ventilación natural, etc.), son el origen de la singularidad del Tomate La Cañada.
Fases de manipulación de los tomates en las centrales hortofrutícolas.-
El producto, debidamente identificado, se almacena en la zona del almacén habilitada para tal fin y en espera de su incorporación a la cadena de manipulación. Las partidas de producto controlado (partidas de producto acogido a la IGP) se almacenan separadamente y nunca se mezclan con productos no acogidos a la denominación I.G.P. Tomate La Cañada.
Si el tomate se recolecta en racimo se realiza la preparación del mismo, cortando aquellos tomates que son inservibles, procurando dejar los racimos con una presentación homogénea tanto en color como en tamaño.
Una vez realizada esta preparación previa por parte del agricultor en sus fincas o de los envasadores en la central hortofrutícola, el producto pasa a la línea de manipulación de producto. El tomate en racimo recolectado en campo presenta restos de partículas (polvo, restos de hojas, etc.), por lo que se hace necesario pasarlo por el túnel de lavado y secado.
Finalmente, los envasadores u operarios son los encargados de ir colocando manualmente los racimos en los envases correspondientes.
En cuanto a los tipos de tomate recolectados de forma individual (en suelto), los tomates se incorporan a la línea de manipulación mediante el vaciado de los envases que los contienen.
Éste se realiza de forma automática, mediante maquinaria diseñada específicamente para esta función y después pasa al túnel de lavado y secado.
Una vez en la calibradora, el tomate (redondo liso, asurcado y oblongo o alargado) sufre una preselección mediante la cual se separan los tomates cuyo calibre sea igual o superior a 47 mm de los que no lo sean. Los tomates de calibre inferior pasan a ser destrío y los de igual o superior a 47 mm deben pasar a la fase de calibración por color y peso.
Con respecto al tomate cereza, se deben separar los tomates cuyo calibre sea igual o superior a 20 mm de los que no lo sean, aunque como establece el Reglamento (CE) Núm. 790/2000 de la Comisión de 14 de abril, las disposiciones relativas al calibre mínimo de los tomates clasificados en la categoría I no se aplicará a los tomates cereza.
A partir de esta doble clasificación, el tomate se distribuye por la máquina en las diferentes líneas de envasado, en las cuales se realiza una diferenciación entre los de primera categoría del resto. Tan solo los tomates clasificados en categoría extra y/o primera son envasados como producto acogido a la IGP.
Una vez envasados los tomates en cajas de cartón o de plástico se procede al montaje de palets. La mercancía se pesa por partidas, obteniendo el correspondiente albarán de partida que se coloca de forma visible en el palets.
Cualquier tipo de envase en el que se expida tomate amparado por la Indicación Geográfica Protegida irá provisto de etiquetas numeradas, que serán expedidas por el Consejo Regulador, y en las que figurará obligatoriamente la mención: Indicación Geográfica Protegida Tomate La Cañada, así como el logotipo de la I.G.P. Tomate La Cañada.
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