El cultivo del olivo tiene una gran tradición en la isla de Mallorca y de aquí se llevaron plantones de olivo de la variedad “Arbequina” a la Península (Tarragona, Lleida, etc). Aunque previamente el olivo fue introducido por fenicios y griegos en la Península Ibérica.
Existen referencias al cultivo de olivos en el siglo XIII y desde el siglo XV se exportaba de forma regular a Francia. Durante el siglo XVI fue el principal aporte económico para muchos agricultores mallorquines. Se consumía y se cambiaba por otros alimentos. El trueque y la exportación fue muy común hasta finales del s. XVIII. En la Exposición Universal de Barcelona de 1888 consiguió la medalla de plata al mejor aceite.
Desde hace muchos siglos el olivo forma parte del paisaje mallorquín. Todos los municipios de la isla de Mallorca forman parte de la Denominación de Origen Aceite de Mallorca.
El terreno, las condiciones climáticas y la edad de los olivos hacen que la producción no sea muy grande. Pera estas mismas características marcan las diferencias de estos aceites con otras regiones españolas.
El terreno es calizo, pobre en materia orgánica y con un pH de tendencia alcalina. Los suelos se estructuran en estratos horizontales, con arcillas muy finas y ricas. Es aquí donde las raíces del olivo crecen y hacen que el árbol dé unos frutos con unos aromas muy característicos.
El clima de la isla de Mallorca es mediterráneo: temperaturas templadas con inviernos suaves y veranos secos y calurosos. Estas condiciones hacen que la recolección se adelante respecto de otras zonas de la Península Ibérica. Aunque no llueve mucho en la isla de Mallorca el olivo no sufre debido a la gran cantidad de humedad ambiental. La humedad es otro factor que hace diferente al aceite de Mallorca.
Al norte de la isla se encuentra la Sierra de Tramuntana, una enorme barrera que protege de los vientos de Tramuntana, tan nocivos para la agricultura y en especial para los olivos.
Los olivos, más de 200.000, ocupan una superficie de más de 2.000 ha. Se encuentran en zonas montañosas, en terrenos muy accidentados. Los árboles son cultivados por tanto en terrazas. Es la única forma que tiene el agricultor para retener la tierra y el agua de la lluvia. Limitando la erosión del terreno. Las terrazas son uno de los paisajes más emblemáticos que los visitantes se llevan a sus lugares de residencia después de disfrutar de unas estupendas vacaciones, en esta maravillosa isla.